Les entusiasmó la idea de volver justo donde todo empieza. Así fue como alumnos de 1º y 2º de bachillerato iniciaron su aventura preparando una actividad de Educación Emocional para los grupos de 1ºESO. Llevaron sus propuestas con un toque de nerviosismo hasta la puerta donde la ilusión ya se encargó de convertirlas en auténticos regalos: “La caja mágica” (Palmira Espinosa y Laura Delgado, 2ºBchto.B), “La alegría” (Gonzalo Bejarano y Manuel Bizcocho, 1ºBchto.B), “Gestión de las emociones en situaciones difíciles” (Antonio Galisteo y Concha García, 1ºBchto.B) y “Compartiendo nuestro lado positivo” (Lucía Blanca y Alejandra de la Rosa, 1ºBchto.B), mezclando explicaciones teóricas con la práctica grupal, tal como está diseñada la asignatura de Inteligencia Emocional en bachillerato.
¿Cómo resumir la experiencia para que os pueda llegar la magia del momento? Quizás enumerando los ingredientes y que el resultado surja de vuestra propia imaginación: aprendizaje, conexión, diversión, complicidad, empatía, investigación, respeto, sorpresa, generosidad, enriquecimiento, reflexión, curiosidad, creatividad… Y un poco de sal: sonrisas y aplauso final.
Creamos así una oportunidad para jugar con el tiempo volviendo unos años atrás, recordar lo que fueron, compartir lo aprendido, descubrir los avances, disfrutar haciendo, motivar contagiando… De ellos para ellos. Y yo, mientras tanto, desde un ángulo distinto al habitual donde poder visualizarlo con otra perspectiva, sin dejar de subrayar en el aire la idea principal: las competencias emocionales se fortalecen cuando las enseñamos y entrenamos cada día como parte fundamental de su formación integral. Satisfecha, sí. Afortunada, más.
Y, aunque así cerramos el curso, dejaremos nuestra puerta entornada por donde sigan saliendo experiencias enriquecedoras como ésta, una buena fórmula para aprender a vivir y educar con emoción.
Gracias a ellos y a ellas por hacerlo posible.
Yolanda Fernández Cacho Inteligencia Emocional
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